lunes, octubre 30, 2006

eL arLequÍn


El mundo y yo, yo y el mundo, nosotros y él, nos debatimos en un continuo vaivén de sentimientos desencontrados.

Las calles están abarrotadas de cuerpos con almas que transitan centrados en sí mismos, sumidos en su propio pensamiento y enfundados en un traje gris..

Desiertas quedaron las lejanas colinas, el amarillo pasto rural; ¿Alguna vez existió? Todo aquello quedó en el olvido.

Ya no se ven más payasos en los circos como antaño; ahora aparecen en las calles, en las casas, a cada paso, portando sus malabares fabricados artesanalmente. Así aparecen, fundiéndose en sus mundos, formando una subcultura individual casi sin quererlo, escondiendo la no poco importante beta vocacional de ser el pequeño payasito con una sonrisa roja pintada en la cara, con una trompetita que emita un sonido vibrante, con unos zapatos bien grandes, pero que nadie más que ellos quepan en los mismos.

Así se conformó la nueva cultura Triste-Arlequín, habitada por miles almas que se colocan meticulosamente su careta cada mañana, se refugia en su coraza, y sale al mundo a demostrar lo feliz que puede hacer a los demás.

El Pequeño Arlequín se desborda, hace lo que los Hombres del Traje Gris no pueden, se disfraza y sale a conquistar al mundo con su sonora melodía de carcajadas. Siempre está sonriente, dispuesto a mostrar su mejor cara al mundo, maquillado y bien ornamentado, listo para cada ocasión.

El Pequeño Arlequín es un actor profesional; es quien se alza y sale a la vida a vivirla, sin fijarse en sí mismo y demostrando la mejor beta de sí.

Pero luego... solo, en la oscuridad de su humilde habitación, el Payasito se quita la careta que se colocó antes de salir al mundo, se saca su sombrero y agacha su cabeza... muchos le han preguntado como estaba, claro que como mero compromiso o simple costumbre, no lo sé: es algo que habitualmente hacemos todos, el conocido: "Hola, ¿como estás?" y que nadie lo dice muy en serio, sino que lo otorga como una carta de presentación. Pero el Payasito está solo, y aunque siempre ha respondido positivamente, ahora que se ha quitado sus ropas, su careta, su pintura.... Y ahora que yace entre la soledad y la penumbra... se le cae una lágrima...


Y arlequines hay en todos lados. En las calles, en las oficinas, en tu propio hogar, formando ese pequeño submundo que solo ellos viven.
Son quienes, a pesar de todo, agarran su mochila, su cartera, su maletín; se peinan, se maquillan, se visten, se calzan, y van a donde tengan que ir, ocultando su verdadera identidad, dejando a un lado su verdadero interés propio.
No hace falta tener que salir a la calle para enconrarse un arlequín: podés estar en presencia de uno en tu propia familia, y quizás ni te hayas dado cuenta.


...Cuando llega la noche, y la montaña de sentimientos, ideas, hechos, acciones, dolores, frustraciones, alegrías y momentos se enriedan, queda solo una persona que lo comprende, solo una que ve pasar la vida tal y como la ves y que siempre está a tu lado. Ese alguien es muy especial, y aunque nos cueste tenemos que quererlo porque si no lo queremos, entonces no podemos querer a nadie. Y ese alguien, el primero, siempre sos vos.

Querido Arlequín que camina sin rumbo pero que siempre hace reir al resto, no olvides que a pesar de estar lleno de todo, nunca te sentirás bien si no te llenas un poquito de vos mismo. No olvides tus prioridades... No te olvides de ti mismo...



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